Hoy son solo 4’5 km de dunas hasta la
playa. Además hoy el quad nos lleva las mochilas. Total un paseíto de nada, con
baños entre medias y final en una playa absolutamente desierta. Momento ideal
para fotos postureicas, a mi sobrina le
hubiera encantado poder posar y posar.
El final del trekking es una playa inmensa.
Inmensa y oceánica donde no se puede uno bañar. Pero quien quiere bañarse en la
playa cuando viene de bañarse en lagunas increíbles de agua dulce.
Nos recoge un 4x4 que conduce un tío con
locura, por encima de barro, arena, agua. Total que lo inevitable es
inevitable, y hasta tenemos que bajar para empujar el coche embarrancado.
Llegamos a Atins con poco o nada que
hacer por delante.
Lo primero es engancharnos al wifi.
Después de 3 días sin conexión la droga es la droga y necesitamos Facebook,
blog, noticias; vamos lo que viene siendo una dosis digital.
Y con lo digital le añadimos alcohol.
Caipirinha de piña, mira que a mi no me gusta la piña y soy un clasicorro con
las caipirinha, pero como decía mi bisabuelo, por donde pasa, moja. Y tanto que
moja, y sube. Rodri decide que tenemos que dejar el alcohol, pero si a caso lo
dejamos cuando volvamos a BCN.
Siesta y por la tarde vamos a la playa a
ver el atardecer. Atins debe de ser el sitio ideal para el kite-surf, y de
hecho esta lleno. Un bahía inmensa donde apenas cubre, con un viento constante
de mar a tierra. Definitivamente este año quiero aprender algún deporte de
vela, pero con lo patoso que soy creo que debo empezar por uno fácil, que me
conozco.
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