

Hoy comienza nuestro primer día en Estambul. Después del empezar horrible de ayer, solo nos puede acompañar un día horrible. Ha empezado a llover. Pero no hay nada que nos pueda parar, Constantinopla allí vamos.
La primera parada del día es el palacio de Topkapi. Uno de los palacios mas grandes del mundo, donde residían los emperadores Otomanos. Una sucesión de salas palaciegas, que ahora son museo, donde se exponen joyas, armas y reliquias religiosas. De las que mas me han impresionado son un brazo incorrupto (por lo visto en la antigüedad no solo a Santa Teresa la secaron como a un jamón) y unos pelos de barba del profeta Mahoma (ya me dirás tu, lo siguiente es conservar las uñas del dedo gordo del pie). En la parte del joyerio múltiples esmeraldas y diamantes del tesoro de los sultanes Otomanos, entre ellas la famosa daga de Topkapi o el 5 diamante mas grande del mundo. Lo curioso del palacio es el Harem. Conservado por negros etíopes eunucos (vaya desperdicio), vivían encerradas concubinas, esposas y demás contubernio, vamos un Harem tal como se entiende, a lo que hay que sumar la madre del Sultan, la suegrisima. Y yo me pregunto, es necesario que tu madre vea como te lo montas día si, y día también, con 50 chicas diferentes. Potser no cal!!
Visitamos también la cistera basílica un gran moveda subterránea para almacenar agua. Por lo visto de época bizantina, y que los otomanos posteriormente no llegaron a usar. Lo mas curioso es que las columnas son recicladas de templos, alguna con capiteles muy elaborados, y dos cabezas de medusa que son de obligada fotografía.
Comida kebapiana y de nuevo a turistear. Esta vez no hemos metido por mitad de los callejones de la ciudad antigua. Sin querer nos hemos dado de morros con la columna de Constatino. Una columna que se supone se erigió por el cuando fundó la ciudad. Ahora un cacho de piedra requemada y apuntalada. Rodeando el gran bazar, pero sin entrar nos dirigimos a la mezquita de Suleyman.
Gracias dios mío por darnos iphone. Hemos llegado gracias al GPS o gracias a Ala, aún no lo se. La cuestión es que el tal Suleyman era la hostia. Tan grande se creía, que se hacia llamar el magnifico. Bueno pues el tal Suleyman el magnifico decidió construir una mezquita que hiciera sombra a Santa Sofia (Parece que era una obsesión entre los Otomanos esto de hacer sombra a Santa Sofia). Y claro a quién tenía que encargar la obra, a Sinan el arquitecto, uno que construyo la mitad de las mezquitas de Istambul. la obra es grande, grande, grande. Vamos que se ve de lejos. Primera descalzada de la tarde. La bóveda es alta, alta. Ninguna figura humana. Todo muy musulmán.
Bajamos a la orilla del mar para visitar la Nueva Mezquita. Otra obra así como faraónica, esta con gran patio anterior a la fachada. La Eva dice que vista una mezquita, vistas todas. Un poco si y un poco no. La verdad es que como la decoración es exclusivamente geométrica y floral, con pegar una visita rápida ya la tienes medio vista. Al lado nos encontramos con el mercado de las especies. Visitamos pero no compramos hay que reservarse.
Cruzamos el puente Galata, ese de la típica estampa istambulense de gente pescando, y ya cansados nos vamos al hotel.
Pablo tenia que haber llegado a la una y llega a eso de las 6, todo gracias a Alitalia. Parece ser que le hubiera dado tiempo a empacharse de pizza en Fiumiccino. No desesperemos. Tenemos tiempo de un baño checo y a cenar.
Hoy toca cena correcta, como se nota que ya ha llegado uno de los maridos. Atracón de pescado y vino. Yo hasta llego un poco chispao al hotel
La primera parada del día es el palacio de Topkapi. Uno de los palacios mas grandes del mundo, donde residían los emperadores Otomanos. Una sucesión de salas palaciegas, que ahora son museo, donde se exponen joyas, armas y reliquias religiosas. De las que mas me han impresionado son un brazo incorrupto (por lo visto en la antigüedad no solo a Santa Teresa la secaron como a un jamón) y unos pelos de barba del profeta Mahoma (ya me dirás tu, lo siguiente es conservar las uñas del dedo gordo del pie). En la parte del joyerio múltiples esmeraldas y diamantes del tesoro de los sultanes Otomanos, entre ellas la famosa daga de Topkapi o el 5 diamante mas grande del mundo. Lo curioso del palacio es el Harem. Conservado por negros etíopes eunucos (vaya desperdicio), vivían encerradas concubinas, esposas y demás contubernio, vamos un Harem tal como se entiende, a lo que hay que sumar la madre del Sultan, la suegrisima. Y yo me pregunto, es necesario que tu madre vea como te lo montas día si, y día también, con 50 chicas diferentes. Potser no cal!!
Visitamos también la cistera basílica un gran moveda subterránea para almacenar agua. Por lo visto de época bizantina, y que los otomanos posteriormente no llegaron a usar. Lo mas curioso es que las columnas son recicladas de templos, alguna con capiteles muy elaborados, y dos cabezas de medusa que son de obligada fotografía.
Comida kebapiana y de nuevo a turistear. Esta vez no hemos metido por mitad de los callejones de la ciudad antigua. Sin querer nos hemos dado de morros con la columna de Constatino. Una columna que se supone se erigió por el cuando fundó la ciudad. Ahora un cacho de piedra requemada y apuntalada. Rodeando el gran bazar, pero sin entrar nos dirigimos a la mezquita de Suleyman.
Gracias dios mío por darnos iphone. Hemos llegado gracias al GPS o gracias a Ala, aún no lo se. La cuestión es que el tal Suleyman era la hostia. Tan grande se creía, que se hacia llamar el magnifico. Bueno pues el tal Suleyman el magnifico decidió construir una mezquita que hiciera sombra a Santa Sofia (Parece que era una obsesión entre los Otomanos esto de hacer sombra a Santa Sofia). Y claro a quién tenía que encargar la obra, a Sinan el arquitecto, uno que construyo la mitad de las mezquitas de Istambul. la obra es grande, grande, grande. Vamos que se ve de lejos. Primera descalzada de la tarde. La bóveda es alta, alta. Ninguna figura humana. Todo muy musulmán.
Bajamos a la orilla del mar para visitar la Nueva Mezquita. Otra obra así como faraónica, esta con gran patio anterior a la fachada. La Eva dice que vista una mezquita, vistas todas. Un poco si y un poco no. La verdad es que como la decoración es exclusivamente geométrica y floral, con pegar una visita rápida ya la tienes medio vista. Al lado nos encontramos con el mercado de las especies. Visitamos pero no compramos hay que reservarse.
Cruzamos el puente Galata, ese de la típica estampa istambulense de gente pescando, y ya cansados nos vamos al hotel.
Pablo tenia que haber llegado a la una y llega a eso de las 6, todo gracias a Alitalia. Parece ser que le hubiera dado tiempo a empacharse de pizza en Fiumiccino. No desesperemos. Tenemos tiempo de un baño checo y a cenar.
Hoy toca cena correcta, como se nota que ya ha llegado uno de los maridos. Atracón de pescado y vino. Yo hasta llego un poco chispao al hotel
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