


Jakarta, cal?? Esta es la gran pregunta que nos hacíamos antes de venir aquí. En todas las guias parecía que 'no cal vindre', pero claro, nosotros como somos unos sabiondos pensamos: Pues si es la capital seguro que vale algo la pena. Total, que va a ser que no.
Nos hemos levantado en una habitación con frío polar (AC encendido toda la noche) y hemos pasado al calor 'xafogòs' del resto de la casa. En el desayuno hemos departido con unas cuarentonas francesas que llevaban un mes dando vueltas por Indonesia y que nos han dicho que era su segundo día en Jakarta y que no había nada que hacer.
Bueno, pues algo haremos, eso si con la calma. Porque entre pitos y flautas no nos hemos movido hasta casi las 11:00. Nos hemos sentido terriblemente valientes y hemos decidido ir en transporte público, en autobus. No os podéis imaginar como es el trafico en Jakarta, miles de motos cruzándose, por entre miles de coches, con un embudo constante de autobuses. Pero se ha decir que han encontrado un sistema de autobuses lanzadera que medio funciona. Para que os hagáis a la idea casi hora y media para llegar al centro por la vía rápida. Eso si nos hemos sentido 'indonesicos'.
El centro histórico, Batavia, que corresponde a la colonia holandesa, es un poquillo caquilla. Lo mas interesante. Un cañón que acaba en puño, y las mujeres se sientan en el para coger mas fertilidad. Oriol y yo nos hemos sentado porque aún estamos en edad de merecer.
Después de comer como señores, hemos visto un supuesto puente viejo, y para el MoNas (Monumen Nasional). El MoNas, que aquí también lo llaman la última erección de Suharto, es una torre inmensa coronada por unas llamas doradas. Total que como nos hemos entretenido con la comida hemos llegado tarde y no hemos podido subir arriba, que es lo interesante.
Hemos sido precavidos y hemos ido a la estación. El plan era comprar los billetes hoy para salir mañana por la noche, en nuestro espectacular viaje nocturno en tren, pero nos hemos dado cuenta que así llegábamos a las 4:30 de la mañana a Jogjakarta, y tampoco es plan. Y visto que tampoco había mucho mas que hacer en Jakarta, cambiamos los planes y salimos mañana por la mañana en tren.
Aún he tenido tiempo de hacer la peor compra de mi vida, o lo que es lo mismo, los pantalones mas feos que nadie se puede comprar. La cuestión es que me olvidé el pijama en Barcelona, y tenido que dormir en calzoncillos, con todo eso apretado. Para remediarlo pensaba comprarme un pantalocillo corto cómodo para hacer el caso. Y no se si ha sido por la presión del Oriol o por un momento de enajenación mental transitoria, la cuestión es que he elegido el pantalón corto mas feo del mundo. Ya he avisado a Oriol, que mañana de lo primero que tengo que hacer es buscar otro pantalón que sea mas aceptable estéticamente hablando.
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